Tuvieron unas vidas fascinantes, pasando por el exilio y la cárcel, participando en actividades clandestinas y luchando por derrocar a un zar que consideraban opresivo.
Pelearon por el establecimiento del socialismo y, algunas, ocuparon puestos importantes en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Pero sus nombres quedaron relegados en los libros de Historia, opacados detrás de las grandes figuras masculinas. Muchos conocen los nombres de Lenin, Stalin o Trotksi, pero pocos han oído hablar de Nadezhda Krupskaia, Inessa Armand o Alexandra Kollontai.
Y, sin embargo, fue una movilización de mujeres rusas en las calles de Petrogrado (el actual San Petersburgo) pidiendo alimentos al régimen zarista la que encendió la chispa del levantamiento contra el gobierno de Nicolás II.
Y hay consenso en que ese día, el 23 de febrero de 1917, empezó la Revolución Rusa.
Si hay alguna mujer que logró dejar grabado su nombre en el libro de la Revolución bolchevique, esa es Nadezhda Krupskaia.
Krupskaia fue la esposa de Vladimir Lenin y aunque su papel en la Revolución está íntimamente ligado a su figura, sus logros trascendieron con creces el rol de compañera sentimental del primer líder de la URSS.
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BBC