![Las pantallas nos definen el alma / El otro lado Las pantallas nos definen el alma / El otro lado](https://uraba.net/wp-content/uploads/2017/11/59ff9efe7052c.jpeg)
Hay dos creencias ancestrales que dicen que ‘quien sale en televisión es porque tiene algo que decir’ y que ‘la tele nos roba el alma cuando nos graban’. Y las dos en nuestros mundos de la cultura pop & cool (la coolture) ya no son ciertas.
La televisión no ha muerto, se ha expandido a todas las pantallas y redes. Hay la televisión abierta para lo popular, donde el éxito se llama telenovelas o ficciones melodramáticas y cómicas, fútbol y eventos en directo, concursos al estilo ‘reality’ y las noticias sensacionalistas.
Hay televisión de culto que son las series que se han convertido en la droga simbólica de lo ‘hipster’. Hay televisión sucia y sin estilo, tutorial y extrovertida, algunas veces sabia en YouTube.
Hay televisión en Facebook, Instagram y demás redes. La televisión nos persigue y alcanza en todos los aparatos.
Antes, salir en televisión era para los privilegiados del poder o la belleza y para los que tenían algo que contar. Pero en esta televisión expandida de nuestros días, cuanto menos tengas que decir, mejor. Sale mucho el que haga matoneo (que normalmente son los políticos), quien tenga cuerpo sin talento (los realities), el que provoque escándalo (que son los que ponen su vida privada en público), sale el que roba y mata, sale el ‘farándulo’ que hace de periodista y presentador… Sale mucha gente y no dicen nada.
En las pantallas somos un gesto, una actitud, una imagen. Basta con ponerse en ‘on’. Esto es aún más extremo en los juegos del yo de Facebook, YouTube y demás redes. Allí hemos convertido nuestras vidas en malas comedias y exhibicionismo.
Lo maravilloso es que cada uno es la estrella de su vida. Somos nuestras propias celebrities. Somos los héroes de nuestro precario cielo.
Antes se decía que la tele nos robaba el alma, eso tampoco es cierto en nuestros cielos ‘light’.
Es al contrario, salir en televisión y YouTube, estar en Facebook, ver series definen nuestra alma. Y por eso, el alma es ese gesto que buscamos desesperadamente en la selfi: ese eterno modo de especular sobre quiénes somos desde el cómo nos vemos. El alma se convirtió en apariencia, estilo, ‘look’, mirada del yo.
Las almas y el decir se pueden comprar en el supermercado del yo tecnológico. Para encontrar el alma y el qué decir, los buscadores como Google, las redes como Facebook, las plataformas como Amazon y Netflix, los servicios como Uber y Airbnb, los gobiernos y los bancos… Saben todo de nosotros, ya que siguen nuestra huella digital para convertirnos en datos que nos dicen quiénes somos, cómo es nuestra alma y qué debemos decir.
La paranoia de ‘Black Mirror’, esa serie que nos retrata en nuestro terror tecnológico, la vivimos y parece que nos gusta y hace felices. Nos vigilan, nos controlan y nos deciden las redes. Somos zombis: unos vivos muertos siguiendo las pantallas y siendo programados por las empresas de tecnología. Y a eso lo llamamos felicidad digital.
ELTIEMPO