
De nuevo, Medellín se enfrenta este 30 de noviembre a una de las fechas más temidas del año, por la cantidad de emergencias que se presentan y los graves daños que sufre el medioambiente, especialmente los animales. Por ello, el llamado ha sido desde todos los frentes, para que a la medianoche el recibimiento de diciembre no se vea opacado por el ruido y los riesgos de la quema de pólvora.
No se trata de capricho de las autoridades y las organizaciones y colectivos ciudadanos que desarrollan campañas por una alborada sin explosivos. Las cifras apoyan sus argumentos.
Con base en los datos del Instituto Nacional de Salud, en el último periodo de vigilancia intensificada (del primero de diciembre de 2016 al 14 de enero de 2017), Antioquia aportó la mayoría de casos de lesionados por pólvora en Colombia, con 133, seguido de Valle del Cauca (103), Nariño (81) y Cauca (51). Asimismo, Medellín fue el tercer municipio del país con mayor proporción de afectados, con 30 reportes, después de Bogotá (59) y Cali (52).
Según José Ignacio Cano, subsecretario de Salud de Antioquia, en el transcurso de 2017, se han registrado 71 quemados por pólvora. Vale aclarar que esta cifra no corresponde a las estadísticas de temporada decembrina, cuya medición se hace desde el primero de diciembre hasta el 14 de enero. Las 71 personas resultaron quemadas en otros acontecimientos, como las fiestas tradicionales de los municipios.
Justamente, diciembre y la primera quincena de enero son fechas que presentan picos altos de emergencias por estos artefactos explosivos. Por eso, todo el año se hacen campañas de prevención permanentes, lo que según Cano ha permitido una disminución de casi el 50 por ciento de los eventos.
Sobre este tema, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, reiteró su llamado a las familias para que rechacen el uso de pólvora, sobre todo porque gran parte de los quemados son niños y adolescentes.
El mandatario local rememoró que el año pasado fue posible recibir el primero de diciembre sin explosiones. Cabe recordar que ese día Medellín estaba de luto por la tragedia del Chapecoense, ocurrida dos días antes. “Queremos que ningún niño sufra los efectos de la pólvora, eso les genera problemas sociales y daños irreversibles”, dijo.
Decretos de prohibición
En Antioquia el decreto expedido en 2016 para prohibir la pólvora está vigente y rige para los 125 municipios. En su artículo segundo le da responsabilidad de política pública y obliga a revisar y exigir el cumplimiento de todos los requisitos para la fabricación, almacenamiento, distribución, transporte y comercialización de la pólvora, explicó Victoria Eugenia Ramírez, secretaria de Gobierno.
En el caso de Medellín, el decreto 1030 de 2017, expedido el pasado 22 de noviembre, prohíbe “la fabricación, el almacenamiento, la venta, la comercialización, la distribución, el uso, porte y tenencia de toda clase de fuegos artificiales al aire libre y en espacios cerrados, de luces pirotécnicas o de salón, de pólvora fría, globos y artículos pirotécnicos en general”, hasta el 31 de enero de 2018.
Se excluyen los espectáculos con fuegos artificiales que cumplan con todas las normas y sean autorizados por las autoridades competentes. La manipulación de estos artefactos puede acarrear multas de hasta 786.000 pesos.
Asimismo, el pasado 17 de noviembre, el Concejo de Medellín aprobó en segundo debate el Proyecto de Acuerdo 068 de 2017, que declara el 30 de noviembre como el día ‘Alborada sin pólvora – No te quemes’. Los corporados pidieron que a las campañas de sensibilización y prevención se sumen procesos sancionatorios fuertes.
Animales sufren 7 veces más
Además de las heridas que causa en las personas, la pólvora afecta de gravedad a las mascotas y a la fauna silvestre. Sergio Andrés Orozco, secretario de Medio Ambiente de Medellín, explicó que los animales escuchan siete veces más fuerte el sonido que los humanos. Por ello, la pólvora les puede ocasionar problemas del corazón, pérdida de sus crías y niveles de estrés y miedo muy elevados.
El funcionario recomendó acompañar siempre a las mascotas, pero no reforzar su temor, respetar los refugios que ellos mismos buscan en las casas o fabricarles uno con dos sillas, una cobija o la cama del animal.
ELTIEMPO