La Sueñomotora es un proyecto que busca llevar obras literarias y textos escolares a las fronteras olvidadas de Colombia. La próxima entrega del material se hará en Dadeiba, Antioquia, a finales de enero y principios de febrero.
En 2014, el Diagnóstico Nacional de Bibliotecas Públicas Estatales anunció que Colombia tenía 2,8 bibliotecas públicas por cada 100.000 habitantes (con una población proyectada de 47.822.890 habitantes). Es una cifra abismal, en especial en comparación con países como México, por ejemplo, que mostró tener 6,9 bibliotecas públicas por cada 100.000 habitantes. Para este entonces La Sueñomotora ya cumplía 6 años llevando libros a Urrao, el Alto Baudó, Berrugas y otros tantos municipios y veredas de la Colombia profunda donde las historias expresadas en papel escasean.
La idea del proyecto nació en 2008. Juan Gonzalo Lalinde y José Fernando Montoya llevaban algún tiempo jubilados, pensando en los retos de Colombia mientras leían y estudiaban mapas del territorio. Se les sumaron María Angélica Duque y Santiago Diez –estudiantes de ingeniería mecánica– a las tertulias y cuando menos pensaron, contaban con 50 personas alrededor de una mesa que nombraron ‘el despertadero social’. Debatían sobre literatura, geografía, matemáticas, filosofía y problemas colombianos. Y, entre palabras y sueños, surgió la idea de hacer una Colombia consciente. ¿Cómo? A través del accesoa los libros.
“Al conocer las regiones que aparecen en el mapa del país se va configurando un mapa de necesidades primarias que se centran en la educación. Tenemos que enseñarle a la gente a leer, porque una vez sepa leer, aprende a escribir. Una vez sepa leer, aprende a discutir. Una vez sepa debatir, aprende a leer lo propio, aprende a crear patria, ese lugar donde la persona puede ser un productor y al mismo tiempo una persona que tiene criterio para defender su derecho en el lugar al cual pertenece [sic]” dice Memo Ánjel, profesor de humanidades y asesor del equipo, en el siguiente video:
Pero, ¿cómo llegar a los territorios? “Mirando los índices de pobreza en Colombia. Usamos prensa, radio, televisión, las quejas que oíamos de la sociedad y Facebook. El proyecto empezó en las fronteras de Antioquia. El primer territorio fue Murindó, luego Arboletes y Campamento, porque según los indicadores NBI (necesidades básicas insatisfechas), esos eran los sitios más críticos de Antioquia” cuenta Gonzalo Lalinde.
La Sueñomotora es un grupo interdisciplinario de la sociedad civil para el cual hacer por los otros es crucial. Al día de hoy hay unas 400 personas involucradas en el proceso para hacer más accesible la educación en el país. “Pensamos que si el eje de desarrollo para nosotros fue la lectura, también lo puede ser para más colombianos y que así también empiecen a soñar. Coger un libro de Julio Verne podría invitar a salir adelante” dice Santiago Diez, integrante satélite de la iniciativa.
Juan Arturo Gómez Tobón es un periodista independiente que por 27 años vivió en Unguía, un municipio situado en la punta del Urabá chocoano que es un poco más grande que la ciudad de Armenia pero con menos de un cuarto de su población. “En repetidas ocasiones me donaron libros y útiles escolares para la región. La Sueñomotora a llegado a veredas tan distantes que son cercanas a la frontera con Panamá como Tigre Arriba y a comunidades indígenas como la de los Emebera Katio en el corregimiento de Gilgal. Por otro lado, se donaron seis bicicletas a los estudiantes de la Universidad de Antioquia seccional Urabá –una de las regiones chocoanas con mayor desigualdad– que tenían que desplazarse desde Chigorodó”.
Según datos del Ministerio de Cultura, entre 2010 y 2017 el gobierno ha entregado “157 bibliotecas nuevas y dotadas con libros y tecnología, y cerca de 20 millones de libros con los que se actualizaron las colecciones de las bibliotecas”. En 2010, vale la pena decir, solo circulaban 8 millones de libros en Colombia. Las cifras oficiales son relevantes en tanto que muestran el panorama global de un país en el que la mitad de la población no lee ningún libro al año, y 55,9% de los habitantes no leen por desinterés, según la última Encuesta de Consumo Cultural del DANE, realizada en 2016. Sin embargo, la cobertura es un tema, la calidad de los recursos otro y la labor de activar el gusto por la lectura otro.
La confluencia de estos tres se ve reflejada en la I.E. Pío XII del municipio de Mocoa, de la que Julieta Salcedo es docente. Ella explica que la educación en su región es un tema complejo en el que el acceso, los materiales y las metodologías son causa y efecto al mismo tiempo. “En el tema de la lectura tenemos grandes dificultades, en específico en la interpretación de textos. Todos debemos enfatizar en estos procesos con los estudiantes, e iniciar desde temprana edad el hábito de leer”. Salcedo tiene 26 niños a su cargo y afirma que en la mayoría de los textos que llegan al territorio son cartillas del programa Todos a Aprender que manda el Gobierno Nacional, así que los libros de ‘gusto’ son pocos.
Los de La Sueñomotora no trabajan con empresas. Su presupuesto parte de los aportes que los interesados en el proyecto depositan en la alcancía comunal, ubicada encima de la mesa. El proyecto creció y, si bien los libros son lo esencial, no son lo único. A la fecha de hoy han entregado 12 bicicletas, 50 computadores –todos donados y reparados por el equipo–, y más de mil libros y textos escolares –de los cuales no tienen cifra exacta porque no les interesa contarlos–. Han llevado este material a escuelas primarias y secundarias, pero también a cárceles, centros geriátricos y clínicas. Han recorrido el río Magdalena, el San Juan y el Atrato, entregando libros a las comunidades que viven al borde de las afluentes. En cada viaje llevan dos cajas que tienen de 50 a 100 libros. Antioquia y el Chocó son los lugares más recorridos pero este año tienen planeado fortalecer su trabajo en el Putumayo, Amazonas, Caquetá, Vaupés, el Llano y Dadeiba, Antioquia.
Mariela López es docente en la I.E. Madre Laura de la vereda Llanogrande Chimiado en Dadeiba. Este año tienen como proyecto ‘La mochila viajera’, una forma de incentivar el interés por la lectura. La única biblioteca del municipio está en la cabecera municipal, a una hora de la vereda. Por ende, los 60 estudiantes a su cargo están muy lejos para acceder a ella. “Este año debemos hacer énfasis en historia, pero no tenemos libros para esto. También requerimos obras literarias y de medio ambiente”. La Sueñomotora tiene planeado volver a Dadeiba en compañía de la gobernación, entre finales de enero y principios de febrero.
La controversia en torno a la educación, los libros y la cultura es amplia, y la realidad colombiana pide que el tema siga en boca de las personas, en la agenda de los medios y en la obligación del Estado. ¿Es suficiente llevar libros? No. Y, aunque la curaduría del material la hace la sociedad civil de una forma muy intuitiva, los de La Sueñomotora creen que el trabajo de seguimiento se basa en la confiar que los profesores y líderes sociales hagan uso real del mismo. Es, a fin de cuentas, una red de personas que saben que el acceso a la herramienta es solo el primer paso.
Fuente: revistaarcardia.com